miércoles, 3 de septiembre de 2014

El Plan B



Así es. Ya estamos de vuelta, y la ciudad que parecía estar descansando en paz relativa, comienza de nuevo a sobredimensionarse, a engrasar la maquinaria del follón y la farra y a vivir por encima de sus posibilidades.

Y confieso, oh pecadora, que la he echado algo de menos y que me apetecía ya un poco de asfalto y de summer in the city (porque sigue siendo verano todavía). Y los últimos días ya me hacía Madrid encima, y nada de depresión postvacacional, ni pena, ni nada.

Septiembre se nos ofrece como una doncella con su mundo entero de posibilidades y cosas que hacer, especialmente porque nos embarga esta sensación extraña que nos hace creer que podemos con todo lo que nos echen. Además nos sentimos renovados y purificados. Es como darse una larga ducha tras una noche de excesos. 

Madrid en Septiembre está radiante. Así de bien lo expresó el señor Jesús Terrés en su muy recomendable blog “Nada Importa” hace un año:

Y es que Madrid es Madrid todo el año, pero nunca Madrid es tan Madrid como en septiembre. Las calles se desperezan, caen las primeras gotas de este otoño que se cuela entre las sábanas y tintinean las copas en la barra caoba del Cock. Una más. La penúltima. El Madrid de los atardeceres imposibles, los hermanos Alcázar en la Gran Vía y las niñas con sudario en la mesita bebiéndose Juan Bravo.

Tengo ganas de hacer planes por la ciudad y pasarme por algunos lugares que tengo pendientes. Pongamos que hablo de Madrid:

Pasear otra vez por el Jardín Botánico, pero esta vez sin prisas y al salir, tomar algo en el Café de La Fábrica. Visitar, bien entrada la madrugada, el famoso local Toni 2, donde cuenta la leyenda, algunos amigos y hasta en su web, que personas y personajes de toda calaña se reúnen cada noche alrededor de un piano en un ambiente mitad kitsch, mitad mágico y ocurren cosas extraordinarias.

Quiero pasar a ver la estatua dedicada al Ángel Caído en El Retiro y quiero visitar, si aún estoy a tiempo, la exposición de los `Mitos del Pop´, en el Thyssen. 

También tengo pendiente ver alguna peli en los cines Renoir. Y no sé si el estreno será en septiembre, pero me muero de ganas de ver la peli Ma Ma de Julio Medem, que cuenta con Luis Tosar, Penélope Cruz y Asier Etxeandia en su reparto, y con BSO de Alberto Iglesias. 

Y por supuesto, están aún todas las terrazas abiertas de par en par para que al caer la tarde y este bochorno insoportable nos dé una tregua, podamos juntarnos, reír un rato y contarnos el verano.




Hubo un tiempo en que mi verbo favorito era “fluir”, y sin embargo sé muy bien que es efectivo y sano apuntarse los propósitos y planes para el nuevo curso. Solemos decir los psicólogos que hay que elaborar un plan de acción de vida y mantenerse enfocado hacia los objetivos propuestos en el mismo. Habrás escuchado alguna vez que los objetivos deben estar bien definidos y deben ser SMART (specific, measurable, achievable, realistic, timely).

Y sin embargo, el otro día hablaba con mi mejor amiga Sandra que llevaba casi tres años viviendo en Londres y ha vuelto a Valencia algo precipitadamente por un asunto. Me hablaba de qué planes tenía para este año y acabó diciéndome:

- Pero bueno, ya veremos qué pasa… y si no sale eso, pues recurriré al plan B… que al final, ¡yo siempre he sido más de los planes B! – dijo riendo.

Y pensé que tenía razón, que en la vida aunque nos planifiquemos, muchas veces las cosas no acaban saliendo como las habíamos pensado ni apuntado. Porque tampoco depende todo de nosotros, ni manejamos los hilos del mundo. Y tampoco significa que eso sea peor. O a lo mejor sí lo es, pero qué se le va a hacer, la vida no es perfecta, ni es un proyecto con deadlines y con cronograma, ni mucho menos es una agenda con portada molona de Mr. Wonderful. Qué va.

Así que desde aquí, sin ánimo de parecer agorera, reivindico el plan B, hacerle hueco como posibilidad plausible, sin que ello nos angustie. Porque algunas veces gloriosas nos ha sorprendido y aunque no era mejor que el plan inicial, va y resulta que nos hizo más felices. Otras quizás no tengamos ni plan, ni plano, así que ya que estamos, reivindico un pelín de caos, de improvisación y de espacio para la sorpresa, lo diferente y los pasos sin brújula, para que la vida sea como los latidos, con instantes de contracción y de expansión.

Y si se me permite, barajar también la opción de una forma de vida que no se ciña a la del plan A mainstream, por todos conocida.



Les deseo un feliz año nuevo que comienza justo ahora. Y les dejo con la canción que he estado escuchando mientras tecleaba y ha sonado unas cuantas veces en modo obsesivo, hasta la extenuación.




Aeroplane paper. Angus & Julia Stone.

2 comentarios:

  1. Me ha salido la lagrimita, mi plan B era siempre Madrid y ha pasado a A este último año, o a mentalizarme que es mi plan A (si me ha costado un tiempo...). Así que tal vez tengas razón y como tu dices "sea una de esas veces gloriosas que me sorprenda y aunque no sea mejor que el plan inicial, resulte me haga más feliz".

    Un beso enorme, me encanta tu blog.
    María.

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  2. Muchas gracias por tu comentario Mery, para mí significa un montón!! ;)
    Como dijo una vez una amiga, cuando llegas a una ciudad "hay que deshacer la maleta". Quizás haya llegado el momento de deshacerla y disfrutarla, ¿no? y aprender a ver todo lo bueno que tiene vivir aquí. Seguro que te va a encantar este emocionante Plan B.
    Te quieroooooo...

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