miércoles, 11 de junio de 2014

Los comienzos

“Mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura” 
Rayuela. Julio Cortázar


Lolita

Ahora que me da la impresión de que mi vida se llena de principios y de finales, me acuerdo de una historia que me contó Juanjo hace ya tiempo. Era una historia bastante nimia; estoy convencida de que en nuestras biografías hay bastantes historias mejores, más heroicas y más dignas de ser contadas. Pero es curioso como a veces conservamos detalles pequeños por caprichos de la mente, por rarezas sinápticas o por esa irracionalidad del duende loco que por la noche se dedica a limpiar y poner orden en la memoria, archivando, tirando trastos y guardando otros, por si acaso, para otras temporadas. Y a veces, conserva ciertos recuerdos aún sabiendo que no van a servirnos ya de nada, incluso puede que no nos hagan ningún bien, pero nos encanta conservarlos.  

Eternal Sunshine of the Spotless Mind

El caso es que me contó que ocurrió en su casa del barrio del Carmen, en la época en la que aún vivía con otro amigo como dos solteros felices y descuidados. Me dijo que era una noche de verano de estrellas centelleantes colgadas en el cielo. Que había comprado varias botellas de vino, pizzas, tomates y helado a discreción. Que había invitado a un grupo heterogéneo de amigos. Que era de esas noches en las que se olía que algo iba a pasar porque el corazón revoloteaba como un pájaro debajo de su camisa y que si se hubiera asomado por la ventana, casi seguro que habría visto caminar a los transeúntes por la empedrada calle Alta cantando Brown Eyed Girl, mientras chasqueaban los dedos y gritaban al compás: Sha la la la la la la la la la la, te da…

Sin saber por qué, uno de los amigos invitados trajo consigo a su hermana. Y hete ahí la variable de la ecuación, el motivo de tanta corriente eléctrica en el ambiente. Me contó Juanjo que la hermana era encantadora y monísima: rubita, delgada, de ojos color caramelo y con la piel con pinta de haberse pasado el día tomando el sol. Y mientras iba avanzando la cena y el vino y la conversación, y se acababa el vino, también se acababa el tiempo. Juanjo pensaba: Ayayayay… qué me enamoro como un chaval! 
Pasó otro rato, como una pompa de jabón, ella anunció que se retiraba porque al día siguiente tenía que estudiar y él se ofreció, como buen anfitrión, a acompañarle hasta el patio: “Seguro que ahora está cerrado”, dijo.


Píldoras Azules

Y así en la puerta de su casa y sin pensarlo mucho para que no se esfumara el momento, Juanjo le soltó un besazo, rezando para que no le rechazara, ni se asustara, ni le abofeteara… Mientras en la calle, el Carmen era una fiesta y él pensó que a estas alturas en la calle Alta estarían ya haciendo la conga.
Cuando Juanjo me lo contaba por teléfono en mitad de la conversación, me dijo: “fue tan bonito porque mientras comenzaba, ya se estaba acabando…” Y esta frase, que me dijo sin haberla pensando mucho y sin pretender que yo la retuviera ni un ratito, se me quedó en la cabeza en algún archivo o cajón absurdo donde el duende decidió guardarla, en el lugar reservado para guardar las claves del pin de mi móvil o de mi tarjeta de crédito, las cuales olvido a diario. 

Y en algunos de los momentos que vivo, me viene esa frase de golpe a la cabeza. Pienso por ejemplo, que disfruto tanto esta ciudad porque desde que empecé a vivir en ella, ya tenía la sensación de que se estaba acabando, aunque en realidad esto no lleva ningún camino de acabarse.
Hace poco más de un mes, una amiga me contaba un final que abría la puerta a un gran comienzo, y tras la segunda copa de vino en el bonito hotel Only You en la calle Barquillo, empezamos a hablar de comienzos de libros memorables. Los principios de los libros, como escuché contar hace poco a Carmen Posadas, “deben golpearte en el estómago”.
Y cuando das con un principio de libro que te engancha, lo disfrutas tanto como aquella historia, y te da un poco de pena porque de alguna manera ya se está acabando.

Así que ahí van algunos de mis comienzos preferidos. Advierto que la mayoría son comienzos universales, que tampoco soy tan original, ni tan underground:

1. El primero por excelencia: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.". Lolita. 
Cuando ya pensaba en escribir sobre los comienzos, durante una presentación en Tipos Infames, uno de los allí presentes habló de este comienzo. ¿Por qué es tan relevante? Porque además de su evidente belleza, en esas tres primeras líneas ya está descubriéndonos el carácter obsesivo y meticuloso de Humbert.

2. Otro comienzo, inevitable, muy poco original y sublime: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". Cien años de soledad. Se ha escrito de todo acerca de la historia de la familia Buendía, de Macondo y de este comienzo. Creo que también le daría el premio al título de novela más bonito. Ahora mismo me ha asaltado la duda de si la “soledad” del título se refiere a la solitude ó loneliness, cosa que me ha aclarado Mr. Google al instante.

3. También de García Márquez, me encanta este comienzo: “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.” Crónica de una muerte anunciada. Me leí este librito en el trayecto de un avión, sin entender cómo es posible que acaben matando al pobre Santiago, si durante todo el libro están intentando avisarle de que lo van a matar. Hasta el propio asesino quería avisarle secretamente. Pero no hay forma.

4. El más naïf y el más obvio de los comienzos, pero es que este libro es inevitable: “Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba “Historias vividas”, una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera.” El Principito.

5. Aunque no es un libro que pertenezca a la literatura universal, este comienzo me parece magistral: “Siempre he sospechado que la amistad está sobrevalorada. Como los estudios universitarios, la muerte o las pollas largas". Cuatro Amigos.

6. Y al leer este comienzo, sabía que una historia inquietante me esperaba en las siguientes páginas: “Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece”. 1984.

7. Se dice que Kurt Cobain estaba leyendo este libro cuando se suicidó a la edad maldita, los 27 años. También dicen que el asesino de John Lennon lo llevaba encima cuando se produjo el crimen: “Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso.” El guardián entre el centeno.

8. Imposible dejar de leer tras este comienzo: “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. La metamorfosis.

9. Otro comienzo que es un puñetazo directo a la boca del estómago: "Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé”. El extranjero.

10. Ya nombré este libro cuando lo leí el verano pasado. Me enganchó y encantó de principio a fin: “Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica en Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974″. Middlesex. 

Y como he comenzado por el principio, ahora toca acabar con el final, con The Doors:


This is the End. The Doors.

(Ya rozamos la temporada de verano y pinta muy, muy bien.)

5 comentarios:

  1. Sé que soy una obsesa de los principios, porque guardo mil recuerdos y mil detalles en mi memoria de cada uno de ellos, aunque suelo olvidar todo lo demás. Pero creo que es uno de los momentos que más me gusta de toda relación, el momento en que ves por primera vez a una persona, futuro amig@, pareja o lo que Dios quiera que vaya a ser dentro de tu vida. Y es esa sensación de la que hablas, de algo eléctrico en el ambiente lo que te dice si si o si no, quien está delante de ti va a ser parte o no de tu historia... suelo tener esa sensación muchas veces...

    Así, porque me ha encantado el post y su temática, voy a hacer mi pequeña aportación.

    Quizá sea el libro que más he leído en mi vida, y no es nada muy culto ni una obra maestra de la literatura, pero para mí es especial. Y lo curioso de él es que tiene muchos principios, una historia dentro de otra, como la vida, la real y la que imaginamos en nuestra cabeza, que quizá es el recuerdo que sí conservamos.

    El primero de sus principios dice así:

    "Éste es el libro que más me gusta de todo el mundo, aunque nunca lo he leído. ¿Cómo puede ser semejante cosa? Haré lo imposible por explicarlo. Cuando era niño, los libros no me interesaban nada. Detestaba leer, no se me daba nada bien, y, además, ¿cómo dedicarse a la lectura cuando había montones de juegos que esperaban ser jugados?"

    El otro principio es el siguiente:

    "El año en que Buttercup nació, una criada de cocina francesa llamada Annette era la mujer más hermosa del mundo. Annette trabajaba en París para los duques de Guiche, y no había escapado a la atención del duque que una persona fuera de lo común le sacara brillo al peltre. El interés del duque tampoco pasó inadvertido a la duquesa, que no era ni muy hermosa ni muy rica, pero sí muy lista. La duquesa se dispuso a estudiar a Annette, y al cabo de no mucho tiempo descubrió la trágica debilidad de su adversaria. El chocolate"

    Y así entre un humor bastante ácido y dos historias entrelazadas de realidad y ficción, yo no pude parar de leer y leer, reir, llorar y acordarme del principio :)

    Este libro no es otro que...
    La princesa prometida, Relato clásico de amores verdaderos y grandes aventuras escrito por S. Morgenstern

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    1. Muchas gracias!!!
      Me ha encantado tu comentario. Un millón de gracias. He empatizado mucho con esas situaciones que me cuentas.
      Me quedo con esta frase que has escrito: “Y lo curioso de él es que tiene muchos principios, una historia dentro de otra, como la vida, la real y la que imaginamos en nuestra cabeza, que quizá es el recuerdo que sí conservamos.” Totalmente cierto!!
      Oye, y qué ilusión que me hayas dedicado un ratito para contármelo y escribir tus comienzos… . Preciosos, por cierto. Me han hablado un millón de veces de ese libro y de la peli pero lo tengo aún en tareas pendientes! Creo que ahora ha llegado el momento.
      Por cierto, ¿Quién es L.? No sé quién eres. Acabo de indagar pero nada… ;). Así que ya me dices!
      Gracias y un besazo!!

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  2. Yo leí 100 años y me pareció una rallada que rallaba entre lo infame y lo sublime, supongo que por aclamación será sublime pero me pareció un rollo :D

    Lolita es dios.

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  3. Ayyyyy... Manolo, qué poco criterio ché!! ;)
    Probablemente sea rayante, pero es parte de la gracia del libro. Sí Lolita es lo más. Yo siempre quise ser una nínfula pero nada. Ahora ya se me pasó la edad hace tiempo...
    besete!

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  4. Gracias por esos comienzos.
    Me quedo con el de "Crónica de una muerte anuncisda", uno de los libros, para mi más memorables, y ahora releerlo cuando das comienzo a una aventura, un viaje un momento memorable y sigues compartiendo ese otro mundo

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