miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cuando Nico llegó



Nico & Lou Reed. The Velvet Underground



“For my love this night I have your baby in my belly…”
For my love. Sinead O´Connor

Llegué  a la estación de Atocha el domingo a las 7:30 de la mañana. Creo que nunca había madrugado tanto un domingo en mi vida. Me pedí un café y una tostada y me quedé un rato mirando la gente pasar. Al día siguiente nacía Nico. Mi buena suerte había hecho que el ginecólogo, viendo la enorme panza donde Nico nadaba y hacía clases de aquagym a sus anchas, decidiera programar el parto. Así que yo iba a estar allí el día “N”.


Antes de ser Nico fue “Poroto”, porque así es como llaman a los garbanzos en Uruguay, de donde es Felipe. Y Nico, antes de ser un niño, fue un garbancito y poco a poco, el garbancito tuvo brazos, ojos, corazón…


Cuando Pedro llegó. Pedro Guerra



Ese domingo hizo mucho calor. Barcelona, como siempre estaba guapa y elegante. No lo dijimos, pero nos moríamos de ilusión por estar todos juntos ese día. Paseamos bajo el sol por la calles del Borne, comimos en casa y fue memorable la siesta que nos pegamos mi hermana Paula, Nico (aún en la barriga) y yo. Memorables fueron también los ronquidos de la embarazadísima.
Me gustaría poder contar que acabamos el día en familia hablando de cómo nos habíamos hecho mayores, de la llegada de un nuevo miembro a la familia, del milagro de la vida… pero la verdad es que acabamos el día viendo la repetición de la entrevista a Paquirrín, “su entrevista más sincera”. Y ahí no había quien se fuera a la cama.


Luego, todos dormimos a medias…




Ese lunes amaneció con un sol radiante y empezaron las rutinas del parto; sala de dilatación, gotero, correas (sí, sí, así se llama) y esperar. Fuimos turnándonos para estar con ella en la sala esperando a que dilatara, y para matar el tiempo y calmar los nervios me pedía cosquillitas y masajitos en la cabeza, mientras decíamos las clásicas chorradas habituales: “imagínate que ahora sale el niño mulato, ¡se descubre el pastel!”, “si sale parecido al monitor de spinning ¿qué hacemos?”. El pobre Felipe nos miraba con infinita paciencia. Porque mi hermana tuvo que elegir a un compañero tranquilo y afable para que fuera un complemento a su impulso, valentía y falta de delicadeza naturales.


Ella, que hizo y vio cosas que ni imaginaríamos. Cruzó el océano y volvió. Volvió a cruzarlo y volvió, y volvió a cruzarlo y volvió…Todos esos momentos, ¿se perderán como lágrimas en la lluvia? No lo creo. Y un día, siendo fiel a su habitual modus operandi de pegar sustos, anunció por teléfono que estaba embarazada.

El ginecólogo decidió al cabo de las horas que habría que practicar una cesárea. Yo comencé a decir que era lo mejor, porque así el bebé no sufriría, porque así no había mayores complicaciones, haciendo gala de vastos conocimiento en obstetricia improvisados. Si hubieran decidido que fuera un parto natural, me habría puesto a enumerar con el mismo entusiasmo las virtudes de esa modalidad.
Al fin salió la camilla con mi hermana en ella, sonriente y llorosa a la vez, llevando en su pecho a Nico, gordito con los mofletes rebosantes, cayéndoles a un lado. Me produjo la misma ternura que un cachorrito. Y al poco rato, estando ya en la habitación, con todo el jaleo de comentarios y opiniones: “el niño mejor ponerlo de lado”, “no, mejor boca abajo”, “el niño tiene hambre” “no, tiene frio...” de pronto le hablaba a mi hermana y ya no era la de antes, ya no era tal y como había sido los últimos 35 años. Hace poco leí en una entrevista la siguiente reflexión: si yo cambio, ¿soy la misma?
Cuando Nico nació mi hermana dejó de ser ella. De repente, su expresión había cambiado. Yo le decía cosas y ella me miraba, pero su atención ya no estaba puesta en mí. Me dijo: “¿Nico está respirando?” Y al cabo del rato dijo mientras lo miraba: “Me he enamorado”.


Ya no era la niña parlanchina y repelente, la adolescente listilla, la universitaria que ponía Are you gonna go my way? De Lenny Kravitz mientras nos pintarrajeábamos en el baño para salir por la noche.



Are you gonna go my way?Lenny Kravitz

Acto seguido nos dirigíamos hacia la puerta de casa como una flecha haciendo ruido con los tacones, mientras gritábamos: “Nos vamoooooos, ¡hasta luego!”. Pero mi madre nos hacía entrar en el salón para inspeccionar cómo íbamos vestidas. “¿No vas a tener frio con tirantes?” “No, porque me llevo un abrigo.” “¿A qué hora volvéis?” “No sé, pronto.

Nico cumple hoy un mes, todo un chicote. En el puente de Noviembre pasé algunos ratos con él en brazos y  poco a poco me iba me iba pesando… y se hacía mío, mientras yo me hacía suyo.

Antes de que sollozara le cogí en brazos y envolví nuestros cuerpos en una manta, acunándole suavemente. Pero tardó en dormirse y al paso de los minutos, iba el niño pesando en mis brazos, entrándose en ellos, haciéndome suyo, al hacerse mío… Eso fue todo: evadirme con él del reloj y de los mapas, contemplar su carita aún no surcada por los afanes y los días.
José Luis San Pedro. La Sonrisa etrusca

Ha dado comienzo una nueva era. Ahora el tiempo se mide en latidos y en días que tiene Nico. El tiempo parece que transcurre más despacito. Ahora me duelen más los 620 km que separan Madrid de Barcelona.



De pronto todo cambió, cuando Nico llegó.


Kids. Lady Danville






4 comentarios:

  1. Impresionante Tut, una pasada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Joooo.. y que le guste a un chico esto tiene más merito que no sois ni la mitad de sensibles!! ;) un besote. gracias!

      Eliminar
  2. Me hiciste participar a través de tu relato de los últimos momentos de esta maravillosa carrera hacia la vida entre sus padres, de Nico , maravilloso Macarena!! y además con tan buena música de fondo , gracias mi querida

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bonito Betty, gracias! fue muy bonito y recuerdo que tú también estuviste haciendo fotos a través del ipad !! ;) pronto lo podréis ver en vivo y en directo. Espero veros pronto. Un besote!

      Eliminar