(Post escrito para la web de mi nuevo trabajo Be-Up.
Hace poco vi una
entrevista que le hacían en televisión a Candela Peña. Al preguntarle por la
última película en la que ha trabajado de Isabel Coixet, decía que los
protagonistas eran como hámsters dando vueltas en su rueda. Me pareció una
metáfora fantástica para definir ese estado mental en el que nos encontramos
todos atrapados algunas veces. Atrapados en nuestra mente, en nuestros
pensamientos.
A veces nuestra
cabeza se encarga de boicotearnos. Unas veces se convierte en nuestro peor
enemigo y otras en nuestro gran aliado. Nuestra mente es como una lavadora; de
vez en cuando se ponen a dar mil vueltas los mismos pensamientos. Y van
aderezados y condimentados de nuestras emociones. Muchas veces el problema es
pensar demasiado.
Si bien es cierto que
pensar nos hace humanos, racionales y nos hace crecer, tomar decisiones o ser
creativos, tiene también una parte negativa.
Como conté cuando
abrí este blog, hace poco tuve la suerte de charlar con un directivo de Acciona
que ha participado en dos expediciones a la Antártida con un trineo con el
objetivo de realizar la primera travesía de la Antártida Oriental sin utilizar
avituallamientos aéreos ni apoyos mecánicos. Me dijo algo que me hizo
reflexionar. Pensar está bien, pero sólo hasta un punto, porque luego lo único
que hace es restarnos energía y capacidad para la acción. Pensar sí, ¡pero lo
justo! Porque si pensamos demasiado algo no pasamos a la acción.
Se dice que en
ocasiones los pensamientos son enemigos de la felicidad. Por ejemplo, ¿cuánto
tiempo dedicamos a sufrir por cosas que al final ni siquiera acaban pasando?,
¿cuántas horas del día pasamos dándole vueltas a las mismas cosas?, ¿cómo
va creciendo a veces la angustia sin sentido?, ¿cuántas veces hemos expresado
alguna preocupación en voz alta y sólo por hacerlo hemos sido conscientes de lo
irracional de la preocupación, de nuestros “pensamientos invasores”?
Desde corrientes como la Psicología cognitiva, algunos autores como Seligman, hablaron de los pensamientos negativos. Son como moscas que nos invaden, quitándonos energía. Muchas veces son pensamientos irracionales. “No podré”, “soy un inútil”, “saldrá mal” o “no lo merezco”, “y si hubiera…”
En prácticas como la
meditación lo que se pretende es liberarse de esos pensamientos negativos y/o
obsesivos y centrarse en el ser, en este preciso instante. Seguro que hemos
escuchado muchas veces: Céntrate en al ahora ¡porque el mañana no existe! En
terapia también existen técnicas para gestionar estos pensamientos negativos y
reformularlos en pensamientos más racionales y adaptativos.
En estos tiempos que corren, donde la realidad nos puede llevar
con más facilidad a generar pensamientos negativos constantes, hay que hacer un
esfuerzo personal por transitar los caminos de la positividad. Existen otras
corrientes que afirman que esos caminos de la felicidad también los construyen
los hábitos de nuestros pensamientos. Por tanto, acostúmbrese a pensar en
positivo… dentro de un tiempo su cabeza tendrá esa tendencia de forma natural.
Acostúmbrese a circular por los circuitos de la felicidad y a auto gestionarse
los pensamientos negativos. Ponerles nombre y apellidos ya puede ayudar a
gestionarlo mejor.
(She´s a rainbow. Rolling Stones)
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