jueves, 17 de abril de 2014

Pura Vida


There´s a story in every corner and they all deserve to be heard 
(Telémaco)

Todos hemos huido alguna vez. Luego hemos vuelto, nos hemos perdido y nos hemos vuelto a encontrar. Y al huir descubres un montón de cosas nuevas, una de ellas es que allá donde vayas, “la ciudad irá contigo”.



Hay una historia en cada esquina.
Hace poco, mi amigo Jorge me anunció que partía. La última vez que nos vimos fue hace más o menos un mes. Sin embargo, en los últimos años nos habremos visto tres o cuatro veces en total. Aquel domingo en el que por fin quedamos, brilló el sol intensamente en la Latina, donde estuvimos apurando claras con limón en una terraza. Por fin, se conocieron Jordi y él, y se percibió a la legua que se cayeron bien, porque nadie hizo el mínimo amago de querer irse hasta bien entrada la tarde del domingo y porque la conversación y las risas fluyeron durante todo el rato, sin que se produjera esa incómoda sensación de que caducaba o hacía aguas.
Jorge es una de esas personas que se cuela en tu existencia y sin pretender quedarse a vivir en el epicentro de la vida de una, siempre permanece como un satélite y hace que de alguna manera, tu mundo sea mejor y mucho más interesante. La relación venía porque Jorge es amigo de mi amiga María, uno de los “pilares” que hicieron que mi estancia en Londres hace ya más de diez años, mereciera tanto la pena.

Nos conocimos hará unos ocho años en un fin de semana algo surrealista. Y como no, ocurrió en Madrid.
María tenía una cena de final de máster y le pidió a Jorge el favor de ir a recogerme a la estación y que me permitiera albergar mi maleta en su casa antes de ir al concierto de Muse. Hasta ese mismo día, yo no había escuchado en mi vida ninguna canción de Muse, pero me dejé llevar una vez más por el entusiasmo musical de otra amiga “pilar” en aquella época londinense y me fui al concierto que resultó ser una fiesta. Tras esa buena experiencia, posteriormente he ido a otros conciertos así y casi siempre con felices resultados.
Y uno de los momentos más mágicos llegó con esta canción:



Al llegar al piso de Jorge situado cerca de la plaza de Santa Ana para dejar la maleta y salir pitando al concierto, descubrí que estaba en la casa de un cinéfilo: Había pelis, revistas de cine y cd´s por todas partes y también otro detalle que me encantó: el cartel de la película Los amantes del círculo polar. Esa película que hizo que nos gustaran tanto las serendipias. Y ése fue uno de los lugares comunes que fueron anudando los lazos que nos ha hecho permanecer unidos a pesar del tiempo.



Por eso, nos flipó tanto encontrarnos el otro día en un vagón de la línea cinco del metro de Madrid, porque nada nos hace más felices que nos ocurran casualidades chulas.
Después de aquello, mantuvimos una amistad intermitente. Y siempre que nos vemos, pasamos un rato hablando de las mismas anécdotas, como aquel fin de semana que decidimos ir juntos al FIB con Rebe y Mª Paz, y que tras los conciertos de la primera noche, fuimos incapaces de encontrar el camping situado justo al lado, y acabamos mal durmiendo en el coche rodeados de latas de cerveza, botellas y “chips ahoy”. O aquel otro fin de semana que vino a Valencia a ver jugar al Sevilla, y esa noche, por hacerle un favor, mandamos el famoso “peor sms de la historia” a un ligue de Juanjo. Creo que le dije: “no te preocupes Juanjo, Jorge escribe guiones, tú déjanos el móvil que le va a encantar el mensaje, ¡ya verás!” (…)

Jorge percibe la vida a través de lo que ve con su cámara. A veces tengo la impresión de que él se siente desenfocado, como en esa peli de Woody Allen. En su profesión, se ha dedicado a la publicidad durante mucho tiempo, pero lo que le gusta y se le da tan bien es contar historias.
Me sorprende a veces su ofuscación con Madrid, incluso a veces con la propia vida, que es la misma que yo considero que ha hecho que le ocurran cosas tan grandes, como que aquel corto genial que creó ese verano en Nueva York, haya ganado premios por todo el mundo y haya viajado mucho más de lo que viajaremos nosotros en nuestra vida. Ese corto, Telémaco, fue creado entre clase y clase de un curso de cine y realización que hizo aquel verano. Recuerdo recibir una llamada suya desde allí en la que me contó cómo había compuesto la música, cómo había convencido a un compañero para que hiciera de protagonista y al portero del edifico donde residía, para que pusiera la voz en off. 
A lo largo de estos años ha hecho muchos cortos más, todos increíbles (La Cinta, La Nota, El maestro de ajedrez, etc.), además su cortometraje Rio arriba, ha sido preseleccionado para los Goya. Pero para mí Telémaco es mi favorito. Es un poema.

Jorge contiene esa mezcla de hiper sensibilidad, entusiasmo, melancolía, sentido del humor, pasión, percepción agudizada, inteligencia, pizca de enfado y poesía que tiene un gran artista.
Fue en un libro que me regaló, donde apareció esta frase que me cautivó lo suficiente para inscribirla en la cabecera de mi cama con letras de vinilo:

“Habita lo más cerca posible del canal por donde fluye tu vida”

Y a pesar de dormir siempre bajo esa frase, a veces no sé si le he hecho caso. Me da la impresión de que vamos por la vida intentando encontrar nuestro lugar en el mundo y resulta que nunca acabamos de encontrarlo del todo. Yo no sé si estoy habitando lo más cerca posible del canal por donde fluye mi vida, a lo mejor me estoy dejando llevar, no lo sé.
A mí a veces también me gustaría huir otra vez y dejar de estar llenando la cabeza con las cosas “que tengo que hacer”.




Jorge lleva tanto tiempo viviendo fuera de su Sevilla natal que ya no considera que pertenezca a ningún lugar concreto, y por eso viaja por un montón de países persiguiendo al Sevilla, porque dice que esa costumbre es una de las cosas que más le une a sus tradiciones y a sus orígenes.
Ahora ha vuelto a irse de Madrid, ciudad que considera que ha sido algo tirana con él, porque  ha recibido poco de ella en comparación con todo lo que le ha dado. Su lugar en el mundo, el “sitio de su recreo” fue Roma, donde vivió algo más de dos años. Y fue tan feliz viviendo allí que aún le duele hablar de ella. Y como donde fuiste feliz no deberías volver, cogió la línea de fuga y decidió partir hacia un paraíso perdido del Caribe.

Y como siempre, solemos añorar más aquello que ya no podemos volver a hacer. Y tras haber estado compartiendo cielo y contaminación en esta ciudad y no habernos visto nada, ahora me gustaría poder quedar más y arreglar de nuevo el mundo.

La última vez que nos vimos, nos contó que había vuelto a “despedir al guionista de su vida” y que en un par de días decidió que se iba a Costa Rica cuando le propusieron un puestazo.

Yo creo que esta historia sí es suya. Me parece que Jorge está habitando cerca del canal por donde fluye su vida. Sé que el nuevo guionista le tiene reservado capítulos fascinantes. Espero que cuando vuelva, quedemos por La latina y me los cuente.
No he contado que Jorge, es de las pocas personas que lee y comenta en este blog. En aquel metro me pidió que escribiera un día sobre las casualidades y sobre lo difícil que es quedar en Madrid. Espero que no le importe este post, como prólogo de todo lo que queda por escribir en su historia.






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