Cuando Nico llegó
Nico & Lou Reed.
The Velvet Underground
“For my love this night I have your baby in my belly…”
For my love. Sinead O´Connor
Llegué a la estación de Atocha el domingo a las 7:30
de la mañana. Creo que nunca había madrugado tanto un domingo en mi vida. Me
pedí un café y una tostada y me quedé un rato mirando la gente pasar. Al día
siguiente nacía Nico. Mi buena suerte había hecho que el ginecólogo, viendo la
enorme panza donde Nico nadaba y hacía clases de aquagym a sus anchas,
decidiera programar el parto. Así que yo iba a estar allí el día “N”.
Antes
de ser Nico fue “Poroto”, porque así es como llaman a los garbanzos en Uruguay,
de donde es Felipe. Y Nico, antes de ser un niño, fue un garbancito y poco a poco, el garbancito tuvo brazos,
ojos, corazón…
Cuando Pedro llegó. Pedro Guerra
Ese
domingo hizo mucho calor. Barcelona, como siempre estaba guapa y elegante. No
lo dijimos, pero nos moríamos de ilusión por estar todos juntos ese día. Paseamos
bajo el sol por la calles del Borne, comimos en casa y fue memorable la siesta
que nos pegamos mi hermana Paula, Nico (aún en la barriga) y yo. Memorables fueron
también los ronquidos de la embarazadísima.
Me
gustaría poder contar que acabamos el día en familia hablando de cómo nos
habíamos hecho mayores, de la llegada de un nuevo miembro a la familia, del
milagro de la vida… pero la verdad es que acabamos el día viendo la repetición
de la entrevista a Paquirrín, “su entrevista más sincera”. Y ahí no había quien
se fuera a la cama.
Luego,
todos dormimos a medias…
Ese
lunes amaneció con un sol radiante y empezaron las rutinas del parto; sala de
dilatación, gotero, correas (sí, sí, así se llama) y esperar. Fuimos
turnándonos para estar con ella en la sala esperando a que dilatara, y para
matar el tiempo y calmar los nervios me pedía cosquillitas y masajitos en la
cabeza, mientras decíamos las clásicas chorradas habituales: “imagínate que
ahora sale el niño mulato, ¡se descubre el pastel!”, “si sale parecido al
monitor de spinning ¿qué hacemos?”. El pobre Felipe nos miraba con infinita
paciencia. Porque mi hermana tuvo que elegir a un compañero tranquilo y afable
para que fuera un complemento a su impulso, valentía y falta de delicadeza
naturales.
Ella,
que hizo y vio cosas que ni imaginaríamos. Cruzó el océano y volvió. Volvió a
cruzarlo y volvió, y volvió a cruzarlo y volvió…Todos esos momentos, ¿se perderán como lágrimas en la
lluvia? No lo creo. Y un día, siendo fiel a su habitual modus operandi de pegar sustos, anunció por teléfono que estaba
embarazada.
El
ginecólogo decidió al cabo de las horas que habría que practicar una cesárea. Yo
comencé a decir que era lo mejor, porque así el bebé no sufriría, porque así no
había mayores complicaciones, haciendo gala de vastos conocimiento en
obstetricia improvisados. Si hubieran decidido que fuera un parto natural, me
habría puesto a enumerar con el mismo entusiasmo las virtudes de esa modalidad.
Al
fin salió la camilla con mi hermana en ella, sonriente y llorosa a la vez,
llevando en su pecho a Nico, gordito con los mofletes rebosantes, cayéndoles a
un lado. Me produjo la misma ternura que un cachorrito. Y al poco rato, estando
ya en la habitación, con todo el jaleo de comentarios y opiniones: “el niño
mejor ponerlo de lado”, “no, mejor boca abajo”, “el niño tiene hambre” “no,
tiene frio...” de pronto le hablaba a mi hermana y ya no era la de antes, ya no
era tal y como había sido los últimos 35 años. Hace poco leí en una entrevista
la siguiente reflexión: si yo cambio,
¿soy la misma?
Cuando
Nico nació mi hermana dejó de ser ella. De repente, su expresión había cambiado.
Yo le decía cosas y ella me miraba, pero su atención ya no estaba puesta en mí.
Me dijo: “¿Nico está respirando?” Y al cabo del rato dijo mientras lo miraba: “Me
he enamorado”.
Ya
no era la niña parlanchina y repelente, la adolescente listilla, la
universitaria que ponía Are you gonna go
my way? De Lenny Kravitz mientras nos pintarrajeábamos en el baño para
salir por la noche.
Are you gonna go my
way? Lenny Kravitz
Acto
seguido nos dirigíamos hacia la puerta de casa como una flecha haciendo ruido
con los tacones, mientras gritábamos: “Nos vamoooooos, ¡hasta luego!”. Pero mi
madre nos hacía entrar en el salón para inspeccionar cómo íbamos vestidas. “¿No
vas a tener frio con tirantes?” “No, porque me llevo un abrigo.” “¿A qué hora volvéis?”
“No sé, pronto.
Nico
cumple hoy un mes, todo un chicote. En el puente de Noviembre pasé algunos
ratos con él en brazos y poco a poco me
iba me iba pesando… y se hacía mío, mientras yo me hacía suyo.
Antes de que sollozara
le cogí en brazos y envolví nuestros cuerpos en una manta, acunándole
suavemente. Pero tardó en dormirse y al paso de los minutos, iba el niño pesando
en mis brazos, entrándose en ellos, haciéndome suyo, al hacerse mío… Eso fue
todo: evadirme con él del reloj y de los mapas, contemplar su carita aún no
surcada por los afanes y los días.
José
Luis San Pedro. La Sonrisa etrusca
Ha
dado comienzo una nueva era. Ahora el tiempo se mide en latidos y en días que
tiene Nico. El tiempo parece que transcurre más despacito. Ahora me duelen más
los 620 km que separan Madrid de Barcelona.
De
pronto todo cambió, cuando Nico llegó.
Kids. Lady Danville
Impresionante Tut, una pasada.
ResponderEliminarJoooo.. y que le guste a un chico esto tiene más merito que no sois ni la mitad de sensibles!! ;) un besote. gracias!
EliminarMe hiciste participar a través de tu relato de los últimos momentos de esta maravillosa carrera hacia la vida entre sus padres, de Nico , maravilloso Macarena!! y además con tan buena música de fondo , gracias mi querida
ResponderEliminarQué bonito Betty, gracias! fue muy bonito y recuerdo que tú también estuviste haciendo fotos a través del ipad !! ;) pronto lo podréis ver en vivo y en directo. Espero veros pronto. Un besote!
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